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Armas, Ejército Ucraniano, Reclutamiento, Rusia, Ucrania

Pasos hacia una mayor implicación

Con un frente que se extiende a lo largo de centenares de kilómetros y un conflicto en el que la única línea roja es la diplomacia, Ucrania precisa de un flujo continuo e ininterrumpido de armamento, munición, financiación y personal. Utilizando alternativamente el falaz argumento de las promesas de victoria contra un enemigo común o el peligro de derrota colectiva ante un oponente sediento de sangre,  Kiev ha suplicado durante meses a sus socios el envío de aviación, misiles de largo alcance, más munición y, sobre todo, el permiso de utilizar el equipamiento sin restricciones. Poco a poco, Ucrania ha ido consiguiendo sus objetivos. Tras meses de retrasos a causa de las reticencias occidentales a enviar su aviación para quedar expuesta a los sistemas de defensa aérea rusa, las dificultades de instrucción de los pilotos ucranianos y el reto logístico, The Guardian informa esta semana de está previsto que las aeronaves que entregarán los Países Bajos lleguen a Ucrania este verano.

Se desconoce aún la cantidad de efectivos que estarán disponibles, por lo que no se puede decidir de antemano en qué medida esa nueva adquisición equilibrará la lucha por los cielos ucranianos, en los que actualmente Rusia cuenta con una importante superioridad. Queda también por confirmar desde dónde operarán los F16 y si habrá limitaciones a su uso. Según publicaban el mes pasado varios medios ucranianos, se plantea la posibilidad de que esa aviación operada por pilotos ucranianos tenga su base en países fronterizos, posiblemente Polonia. “Los F16 occidentales que los socios van a entregar a Ucrania se almacenarán en bases aéreas seguras fuera del país para evitar que se conviertan en objetivos de ataques rusos, dijo a Radio Liberty Serhiy Holubtsov, jefe de aviación del Mando de la Fuerza Aérea de Ucrania”, escribía The Kyiv Independent el pasado 10 de junio. Eso protegería a las preciadas aeronaves de ser atacadas en tierra, pero sería un paso más en la implicación de los países de la OTAN en la guerra.

Ayer, según informaba Político, el permiso de Estados Unidos a utilizar el armamento entregado no se limita ya a la región de Belgorod, fronteriza con el oblast de Járkov, sino que se extiende a todas aquellas regiones rusas desde las que Ucrania es atacada. Aunque el medio y la administración estadounidense afirman que no hay cambio en la política estadounidense, la confirmación de que Ucrania podrá utilizar armamento enviado por Washington contra más regiones rusas sí es un paso más hacia el uso sin restricción alguna que Kiev exige a diario por boca, por ejemplo, de Mijailo Podolyak, que no se cansa de exigir más armamento y sanciones y menos limitaciones a su uso. Por el momento, los ataques ucranianos en territorio ruso siguen produciéndose fundamentalmente contra objetivos civiles como la localidad de Shebekino, blanco habitual también de las redadas del GUR de Kirilo Budanov, y refinerías en diferentes regiones, siempre con el uso de drones. Al margen de la artillería, no se han producido de momento ataques con misiles occidentales en territorio de la Federación Rusa, lo que indica que esa restricción aún no se ha levantado. Los próximos meses dirán si las declaraciones neerlandesas sobre la ausencia de limitaciones para el uso de los F16 que serán entregados se confirma o si el pragmatismo, o temor de Estados Unidos a exponer aún más a la aviación de fabricación occidental a los S-300 y S-400 rusos limita su uso.

Poco a poco, Ucrania ha ido obteniendo todo aquello que había exigido a sus socios. Artillería de largo alcance, tanques, misiles y aviación son o serán pronto una realidad sobre el terreno. Pero, como ha ocurrido en el pasado, con cada regalo de Occidente, Kiev ha pedido más. “Cerrar los cielos” fue el sueño imposible de las primeras semanas después de la invasión rusa y vuelve a serlo ahora, especialmente desde la actuación occidental como escudo de Israel contra los misiles y drones iraníes. Oleksiy Makeev, embajador de Ucrania en Alemania, ha vuelto a insistir en la idea en un artículo publicado este mes en el diario alemán Die Zeit, en el que afirma que la posibilidad de una defensa situada en Polonia no solo es posible según el derecho internacional, sino que es viable. Kiev no solo exige a sus socios armamento, munición y asistencia económica, sino una participación más directa en el conflicto.

En paralelo a la exigencia de armamento, los medios occidentales y ucranianos han resaltado la necesidad de mantener el flujo de personal. El frente ha vuelto a extenderse y Kiev precisa de unidades con las que luchar en los diferentes sectores y una reserva con la que preparar la ofensiva que promete Zelensky. Polémica y tremendamente impopular en el país, la ley de movilización, posiblemente una exigencia de Estados Unidos para aprobar la nueva financiación para las Fuerzas Armadas de Ucrania, debía facilitar el reclutamiento para reponer las maltrechas filas ucranianas. La generalización de imágenes de lucha contra los agentes encargados de captar reclutas y la fuga, cada vez más pública, de hombres a través de las fronteras terrestres del país ha hecho que surjan ideas más creativas. El reclutamiento no es suficiente y Ucrania busca vías alternativas para recuperar a los hombres que se encuentran en el extranjero. A la reducción de atención consular se unió la idea de buscar vías para que los países que han acogido población refugiada faciliten el retorno de los hombres en edad militar a Ucrania. En ocasiones, las autoridades ucranianas, incluido el presidente Zelensky, han apelado al rechazo europeo a la inmigración como argumento contra sus propios ciudadanos. Y aunque la idea de la reducción o retirada de ayudas sociales a los refugiados, forma indirecta de obligarles a regresar al país, fue también una idea ucraniana, varios políticos europeos la han asumido. Según informaba la semana pasada The Guardian, la CDU, que lidera las encuestas en Alemania, posiblemente el país más importante para los refugiados ucranianos, se adhiere ya a ese discurso y plantea que “los refugiados ucranianos en Alemania deberían ver su acceso a prestaciones sociales restringido y deberían ser procesados según el sistema de asilo”. La idea de devolver a la población ucraniana a su país, en el caso de los hombres para estar disponibles para ser enviados al frente, crece en los países que han acogido población que huía de la guerra.

Sin embargo, nada es suficiente y las dificultades que Ucrania está observando para lograr nuevos reclutas requieren soluciones más rápidas y directas. “Si desmovilizamos, por ejemplo, a las personas que han luchado durante dos años, nuestro frente se debilitará y las unidades serán defectuosas. Ahora deberíamos restablecer la capacidad de combate de las unidades y deberíamos tener al menos un reemplazo equivalente durante la rotación de las brigadas y batallones existentes”, ha afirmado el ministro del Interior Igor Klimenko en una entrevista concedida a Radio Liberty. El argumento del ministro parte de la idea de que, si Ucrania dispone de más personal, será capaz de desmovilizar progresivamente a las tropas exhaustas. Esa era inicialmente la contrapartida que ofrecía Zelensky a la ampliación de la movilización. Sin embargo, la desmovilización precisamente fue una de las medidas que desapareció del proyecto final de la ley que aprobó finalmente la Rada. Ucrania no busca relevar a sus tropas sino aumentar el tamaño de su ejército, por lo que la idea de sustituir a las tropas exhaustas no es más que la zanahoria que periódicamente agita Ucrania para esconder que busca poder movilizar a un mayor número de hombres para completar sus filas.

No es de extrañar así que el mismo ministro que hablaba de relevar a los soldados que llevan años luchando se refiriera, en la misma entrevista, a la “negociación con los socios europeos” para lograr el retorno de los hombres que hayan cruzado ilegalmente la frontera. Ucrania busca abiertamente la deportación a un país en guerra de los hombres que se han refugiado en la Unión Europea precisamente para disponer de ellos y poder reclutarlos para ser enviados al frente. La implicación occidental en el conflicto garantiza que esta guerra no va a quedarse sin armamento ni financiación y Ucrania busca que no escasee tampoco el personal al que movilizar para seguir luchando.

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