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Batallón Lviv, Debaltsevo, Donbass, Ejército Ucraniano, Guerra Civil, Logvinovo, Poroshenko

Debaltsevo: la huida del Batallón Lviv

El pasado 5 de febrero, el fotógrafo James Sprankle publicaba en la web de Foreign Policy un fotoreportaje sobre el Batallón Lviv, una unidad formada en julio de 2014 para intervenir en la guerra del Donbass. El Batallón, compuesto de personas con experiencia previa de servicio en el Ejército de Ucrania, se convierte en uno de los grupos encargados de aplicar la ley marcial en las zonas ATO del este ocupadas por el Ejército de Ucrania.

Según Sprankle, 39 miembros del Batallón Lviv llegan a Debaltsevo en octubre para sustituir a las disueltas fuerzas de policía locales. Aunque en teoría se trate de una fuerza policial, el fotoperiodista remarca la dimensión militar de la unidad. Según él, sus miembros “se parecían más a una unidad de elite militar que a un grupo de agentes de la ley”.

Todos los hombres del Batallón Lviv proceden de esa ciudad del extremo occidental ucraniano o de sus alrededores. Es a ellos a los que el régimen ucraniano asigna la tarea de patrullar la ciudad de Debaltsevo, mantener el orden público y la paz con los civiles. Desde mediados de enero, una vez iniciado el ataque de las milicias, el Batallón asume sin embargo tareas de vigilancia en las afueras de la ciudad.

Sprankle refleja el contraste vital entre esos hombres de Lviv y la población de Debaltsevo. Para esas personas crecidas en una “ciudad con bulliciosos mercados, cafés de fama mundial, y un estado mental europeo”, Debaltsevo se presenta ante todo como un anacronismo soviético. Un miembro del Batallón afirma: «Lviv ha entrado en el siglo veintiuno pero la vida en Debaltsevo se ha quedado atrapada en los ochenta«.

En su crónica del 12 de enero en el británico The Independent, Oliver Carroll ya había insistido en ese contraste. “Un grafiti alrededor de la ciudad declara «Muerte a los Banderistas”, dice Carroll, explicando que “implora a los lugareños a tomar las armas contra «el avance del ejército de los fascistas«. Carroll señala que, por entonces, las autoridades militares ucranianas parecían aún decididas a dejar los grafiti. «Es tan extraño, lo encontramos divertido«, decía entonces el subcomandante del Batallón Lviv Zoreslav Kainski.

La realidad, sin embargo, es que el Batallón se encontraba aislado en Debaltsevo: “Cuando no se encontraban de servicio, disfrutaban pasando el rato en la sauna y bebiendo cerveza. En ocasiones, el estrés de estar lejos de casa se liberaba en ráfagas de peleas de borrachos. Pero incluso cuando se pelean, el afecto y la lealtad entre ellos es palpable. Estos hombres viven juntos, comen juntos, y se protegen entre sí”. “En lo que equivale a un país extranjero, estos hombres están aislados, dependiendo únicamente de cada uno de ellos”, dice Sprankle.

Pero no es sólo aislamiento, es también falta de simpatía de la población local hacia ellos: “si bien no hay ninguna animosidad abierta dirigida a los hombres del batallón, está claro que no son queridos aquí. Los residentes de Debaltsevo quieren que la vida vuelva a la normalidad. Quieren la paz”, dice Sprankle.

Oliver Carroll es aún más claro respecto al nivel de distanciamiento de la población local. Los propios soldados ucranianos en Debaltsevo admitían a mediados de enero que una proporción significativa de los locales seguía manteniéndose hostiles. El subcomandante Kainski decía no sentirse ofendido por las opiniones locales, unas opiniones que atribuía a la ausencia de televisión ucraniana en la ciudad. “Como en gran parte de la región de Donetsk, los únicos canales terrestres disponibles para ver son los canales rusos y rebeldes, que tienden a ofrecer un tipo particular de ángulo de noticias. «Es la televisión que habla«, señalaba Kainski encogiéndose de hombros. «Y no se les puede ganar a todos«.

Tras la contraofensiva de la milicia en Debaltsevo, iniciada el 20 de enero, la situación militar se deteriora rápidamente para los miembros del Batallón, llegando a un punto de inflexión el 10 de febrero de 2015. Como ha explicado recientemente el comandante del batallón Kievan Rus, las milicias capturaron Logvinovo a las tres de la mañana del 9 de febrero. La situación entonces ya era insostenible. “Una caldera completa”, dice. En aquel momento, el Gobierno y el Estado Mayor se negaban aún a asumir la realidad.

Ese 10 de febrero, Arsen Avakov recoge en su página de Facebook la emboscada (o accidente al pisar una mina) de la que son víctima, cerca de Logvinovo, un grupo de miembros del Ministerio del Interior, entre ellos Dmitry Zagariya, jefe del Departamento Regional del Ministerio en Lviv, e Igor Voslky, comandante del Batallón Lviv dependiente de ese ministerio. Según algunos miembros del Batallón, su comandante estaba en realidad huyendo de forma apresurada de Debaltsevo, abandonando a los soldados a su suerte.

Tras más de una semana de asedio, el día 18 los soldados ucranianos reciben finalmente la orden de evacuar, o toman la decisión por su cuenta, para evitar “la captura o la muerte”. Según Karoun Demirijian, en el Washington Post, “La mayoría de las tropas ucranianas asediadas en Debaltsevo abandonan sus armas pesadas, hacen estallar sus municiones, y luego huyen en convoyes de camiones«. Las fuerzas ucranianas se encontraban entonces “prácticamente rodeadas por los rebeldes y pidiendo refuerzos que nunca llegaron, ya estaban al borde del colapso. Estaban casi sin comida y agua y se estaban quedando sin municiones«. En realidad, como reconocen varios comandantes, las tropas se encontraban completamente rodeadas desde hacía varios días. El comandante del batallón Kievan Rus lo expresa claramente, asegurando que era un sitio completo, ni siquiera un cerco operativo.

Los miembros del Batallón Lviv participan de la huida, saliendo precipitadamente de la ciudad. Uno de los soldados, Ilya Andrushko, dice: «Lo dejamos todo en Debaltsevo. Salimos justo con lo que llevábamos puesto«. Abandonan la ciudad a pie. «No tuvimos la oportunidad de pensar sobre la orden cuando llegó [] Corrimos a través de los campos y los bosques a pie, durante unos cinco kilómetros. Entonces hicimos auto-stop a cualquier vehículo militar que quisiera recogernos«.

Algunos periodistas de la cadena ucraniana Hromadske TV se encuentran con algunos de estos soldados en la carretera. Miembros de otro Batallón, el Kryvbas, les señalan que llevan por entonces cinco días sin comer, rodeados en uno de los pequeños pueblos de los alrededores de Debaltsevo.

En su retirada, tardan hasta cuatro horas en recorrer los alrededor de 15 kilómetros que separan Debaltsevo de Svetlodarsk. Pero el mismo día 18 por la tarde están todos en el hotel Ukraina de Artemivsk. Cuando llega el último compañero al que esperaban, éste afirma: “He tenido suerte. Muchos de nuestros amigos se quedaron allí, y ni siquiera se han recogido sus cuerpos”.

En declaraciones a Demirijian, Volodymyr Trukhan, un francotirador del Batallón Lviv resume el sentimiento de los soldados ucranianos: «nuestros comandantes nos abandonaron. Y los medios de comunicación ucranianos estaban repitiendo lo que decían en Kiev – que teníamos de todo, que no estábamos rodeados. Era todo mentira«.

En sus crónicas del 19 de febrero, toda la prensa refuta la idea de que la retirada se desarrollara de manera ordenada y planificada: era más bien la retirada de unos soldados exhaustos y sucios, huyendo de una severa derrota. Incluso Fox News, recoge en su crónica el testimonio de un teniente ucraniano a The Wall Street Journal que afirma que “en el momento en que decidió retirarse, sus hombres habían perdido el contacto con sus superiores, se estaban quedando sin municiones, y sólo les quedaba un vehículo blindado. Cuando quedó destruido durante los bombardeos del martes, Brekharya pidió ayuda a un compañero oficial” pero éste no tenía nada con que ayudarle. Según este teniente, durante el asedio los suministros se habían convertido en irregulares pero eso no impidió que sus superiores les transmitieran la orden de mantener la posición, incluso cuando la situación se había convertido en insostenible: “Manteneos firmes. La ayuda está llegando. Esperadla» le señalaron.

Pero ni la derrota, el sentimiento de traición o la frustración de estos soldados ha conseguido cambiar lo que ha sembrado el nacionalismo reaccionario. «Vienen los rusos, y ésta es mi Ucrania – Ucrania o muerte«, dice uno de ellos. Y a muchos esa muerte les llegará porque la guerra seguirá mientras no cambie este estado de ánimo en Ucrania. Otro soldado de Lviv, Ilya, lo anuncia con clarividencia: «Ya he visto unas cuantas treguas [] Y cada vez he tenido que enterrar a más amigos«.

Poroshenko, Turchinov y Yatseniuk pueden estar tranquilos. En nombre de Ucrania, muchos jóvenes seguirán dispuestos a morir para ellos en el Donbass.

Comentarios

2 comentarios en “Debaltsevo: la huida del Batallón Lviv

  1. Excelente artículo, enhorabuena. Los políticos sentados en sus despachos llenando sus cuentas corrientes con el dinero del estado, y estos chicos manipulados muriendo por ellos. ¡qué injusticia!

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    Publicado por Juan | 26/02/2015, 11:11

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